La Triumph Bonneville nació a finales de los cincuenta y con el paso del tiempo llegó a convertirse en la moto británica más apetecida en el mundo, luego vino la debacle de Triumph, pero la magia de la moto perduró convirtiéndose en un mito… hasta su reaparición.
Nota: este artículo hace parte de nuestro material de archivo y fue publicado originalmente en la edición impresa #66 del mes de agosto del 2006
Basta con pararse frente a esta dama inglesa y contemplarla para entender que es distinta a todas las demás, luego te subes a ella, giras la llave que cuelga del lado izquierdo junto a la farola (como en los viejos días), engranas la primera marcha y sueltas respetuosamente la leva del embrague, a cambio ella te entregará uno de sus mayores encantos, su elevado torque y la pasmosa suavidad con que lo hace. Una tras otra, cada una de las cinco velocidades pasan con toda calma, aunque si prefieres, puedes simplemente alargar la segunda marcha e ir de una curva a otra sin necesidad de ir cambiando velocidades o puedes también hacerlo en quinta, todo dependiendo del estilo, todo gracias al excelente par motor que permite a la Bonnie, como cariñosamente la llaman, estirar las marchas casi a voluntad.
Sin embargo con ella hay que guardar las distancias y evitar los abusos de confianza, porque a diferencia de otras máquinas que pareciera te pueden leer la mente y anticiparse a tus movimientos, esta dama pone sus propias condiciones y no permite que se haga con ella todo lo que a uno se le antoje, dejando claro que es una señora con mucha personalidad… Me explico, es solo cuestión de dar vida al bicilíndrico para iniciar una “relación” basada en un mutuo y cordial intercambio entre hombre y máquina… quien conduce propone, subir una empinada cuesta llena de curvas por ejemplo y ella asiente con sus maneras suaves, con su caja, cuyas marchas parecen inacabables y con el suave tacto de su corazón, “está bien”, parece responder la Bonnie “aquí hay potencia de sobra pero no te excedas conmigo”. En este caso señores, hay que darle la razón a la dama. Porque además todo lo hace bien, acelerar, frenar, cruzar, cambiar de dirección, es como una amiga a la que se le conoce de toda la vida y a la que no hay necesidad de cortejarla, al tiempo que ella tampoco busca seducirnos, es una simple y franca amistad en la que entre ambas partes se crea un tácito entendimiento, cada uno pone de su parte y juntos se desentienden de todo lo demás.
Todo lo hace bien, acelerar, frenar, cruzar, cambiar de dirección, es como una amiga a la que se le conoce de toda la vida…
Esta “relación” me hace recordar un anuncio que vi hace muchos años en el que un hombre (que está en la cama junto a su esposa profundamente dormida) se despierta y mira hacia la ventana, a través de la que se ve un día radiante y un tramo de carretera provocador; luego aparece él una vez más pero ahora recorriendo la carretera con su moto y con una cara de satisfacción indescriptible. A las imágenes las acompañaba una pequeña historia que resumida en pocas palabras decía algo así: “Sólo una amiga muy especial puede hacerte dejar la compañía de tu mujer y la tibieza de tu cama un domingo por la mañana”. Eso es lo que la Bonneville puede hacer por ti.
Adelante monta freno de disco de 310mm, accionado por una pinza doble pistón.
Exteriormente el motor de la Triumph Bonneville es idéntico al usado en los 60 pero debajo se esconde una mecánica moderna.
Rodando con esta Triumph Bonneville por una angosta carretera de montaña, y sintiendo su marcha serena, su aplomo y gentileza para moverse, me parecen inimaginables las proezas que sobre sus antecesoras se realizaron hace unos cuarenta años atrás… récords de velocidad en desiertos salados además de victorias en el mítico TT de la Isla de Man y en las competencias de “Scrambler” que fueron la primera forma del enduro en el que se usaban estas máquinas adecuadas simplemente con llantas de tacos y escapes elevados. Cierto que el carácter de esta versión moderna debe diferir en más de un detalle de su antecesora, pero su configuración de ciclo y motor es exactamente la misma. Ya te podrás ir haciendo a la idea de los retos que enfrentaban los pilotos de aquellos días.
Clasicismo contemporáneo
La Triumph Bonneville hace parte de las Modern Classics, o clásicas modernas, como las llaman en Triumph, máquinas estilo retro equipadas con tecnología moderna, motocicletas concebidas para aquellos nostálgicos que añoraban los años dorados en los que este modelo junto a la Scrambler, la Thruxton y la Thunderbird, hacían delirar la fantasía de los aficionados, probablemente como sucede hoy en día con una GS1200 o una MV Brutale por ejemplo.
Tal ha sido el empeño de la casa británica por recrear su viejo estandarte hasta en los más pequeños detalles, que de seguro, para más de un incauto que la vea pasar por la calle le va a parecer una magnífica obra de restauración, gracias a detalles como el antes mencionado cilindro de encendido junto a la farola, la configuración y el aspecto externo del motor, que ya no adolece de constantes fugas de aceite, con sus grandes carcasas en negro mate (también se ofrecen cromadas), las tapas de la culata que esconden dos árboles de levas, los carburadores, antes provistos por la fábrica inglesa Amal y que fueran una pesadilla para los mecánicos cuando había que ponerlos a punto y que ahora son suministrados por Mikuni y cuentan con un control electrónico para regular su funcionamiento, es que como decía el propietario de esta Bonnie (una de las 2 que ruedan en Colombia) durante la sesión de fotos.
Finalmente los ingleses se dieron cuenta que no saben hacer carburadores y ahora los compran a Japón”.
En la estética se destaca también el minimalista tablero de instrumentos, que a propósito es una de las escasas piezas plásticas de esta moto en la que el metal es omnipresente, en pocas palabras todo, absolutamente todo retoma las líneas de la Bonneville que se fabricó en la planta de Meriden en los años sesenta, cumpliendo cabalmente con el propósito que se trazaron de entregar a sus clientes una máquina arrancada al pasado, con las virtudes del presente.
Go your own way
“Sigue tu propio camino”, este es el lema que Triumph Motorcycles con su nueva sede en Hinckley, Inglaterra, ha seguido desde su resurgimiento a finales de la década de los ochenta, marcando un estilo muy particular que con el tiempo se ha ganado el reconocimiento, pero más que nada el aprecio de miles de seguidores alrededor del planeta. Nombres como Speed Triple, Daytona o Rocket III representan la nueva sangre de uno de los fabricantes de motocicletas más antiguos en la industria, que ha logrado con el desarrollo de estos y otros modelos, perpetuar el estilo y la mística que siempre rodearon a la marca británica, que tuviera su mayor esplendor con las Thunderbird 650, las Tiger, las Trophy y particularmente con la legendaria Bonneville, moto que durante muchos años fuera el estandarte de la industria británica en los circuitos y las vitrinas de Europa y Estados Unidos.
Cada aspecto ha sido cuidado para recrear la apariencia de las viejas Triumph Bonneville, con detalles como el tablero compuesto por el velocímetro y los testigos, la llave colgada del lado izquierdo, el nombre grabado en la pieza que fija el manubrio y la tapa del tanque sin llave.

Tal vez hoy día, cuando tenemos una industria tan especializada para cada segmento del motociclismo con las superbike, naked, trail, supermotard o custom por mencionar sólo unos cuantos, la Bonneville no tenga el impacto de hace cuarenta años cuando era a la vez moto de paseo, enduro o velocidad, sin embargo desde su resurgimiento en el año 2000 ha marcado una nueva tendencia, que poco a poco ha sido seguida por marcas como Ducati. Estamos ante una vieja / nueva especie de las dos ruedas, una en la que las sensaciones priman sobre las prestaciones y las cifras, remembrando la esencia del motociclismo.

La Triumph Bonneville pone sus propias condiciones, es una amiga con la que se establece una relación simple y clara.
Ficha técnica Triumph Bonneville
Motor : Bicilíndrico paralelo, 4T, DOHC, refrigerado por aire y aceite
Cilindrada : 790 c.c
Rel. compresión : 9,2 : 1
Torque Max. : 6.12 kg-m a 7.200 rpm
Potencia Max. : 61 hp a 7.300 rpm
Alimentación : Dos carburadores con TPS
Transmisión : 5 velocidades
Arranque : Eléctrico
Susp. Del. : Barras hidráulicas
Susp. Tra. : Doble amortiguador
Freno Del. : Disco 310mm – pinza de 2 pistones
Freno Tra. : Disco 255mm – pinza de 2 pistones
Peso vacío : 205 kg.
Capacidad tanque : 4,4 galones
Más de 100 años de historia
Curiosamente la que llegara a convertirse en la más emblemática productora de motocicletas inglesa, fue creada por un inmigrante alemán, Siegfried Bettmann en 1884, quien originalmente creó una fábrica de bicicletas a la que en 1886 se le dio el nombre de Triumph Cycle Company. Seis años más tarde, en 1902, iniciaron paralelamente la producción de motocicletas montando a sus chasis unos motores Minerva de un cilindro y 2.25hp, importados de Bélgica. Estos motores se usaron hasta 1905 cuando Triumph produjo su primer propulsor de 300cc, 3hp y capaz de impulsar la moto hasta los 80km/h, siendo esta la primera motocicleta enteramente desarrollada y producida en Inglaterra. Un año más tarde, la marca obtuvo su primer triunfo en competencias al imponerse con un prototipo de 453cc en una carrera de ascenso, esta victoria, sumada a la gran actuación obtenida en 1907 durante el primer TT de Man, en el que Triumph ocupó la segunda y tercera plaza, consolidaron el nombre de la fábrica y a partir de entonces sus productos fueron muy solicitados por los clientes británicos.
Con el paso de los años, en las décadas de los 20 y 30, Triumph se dedicó a desarrollar nuevos modelos que siempre tuvieron gran aceptación, esto llevó a que en 1923 se creara una división dedicada a la producción de automóviles, que luego cerró sus puertas en 1939 cuando se declarara en bancarrota.
Con la llegada de los 40 y el inicio de la II guerra mundial la planta ubicada en Coventry fue completamente destruida luego de un bombardeo alemán, todos los planos, los archivos y diseños fueron completamente destruidos, obligando a la marca a reiniciar actividades casi desde cero. Inicialmente se dedicaron a la producción de la 3HW con motor 350 para las fuerzas aliadas, de la que se produjeron más de 40.000 unidades hasta 1946 cuando se retomó la producción de motos civiles en la nueva planta de Meriden. Hacia 1949 salió al mercado la primera Thunderbird 650, uno de los modelos más representativos de la marca; años más tarde, en 1954 una de estas motos fue la utilizada por Marlon Brando en la película The Wild One (El Salvaje), siendo la primera vez que aparecía una moto de alta cilindrada en un film de Hollywood. Al año siguiente Johnny Allen registró 193mph (310km/h) en la planicie salada de Bonneville (USA) a bordo de un prototipo de 650cc.
Durante la década de los sesenta Triumph se consolidó dentro y fuera del Reino Unido como una de las marcas a seguir, muchos de sus modelos eran usados por actores y estrellas mundiales asegurándole una gran publicidad que impulsó las ventas del extenso catálogo que incluía motos para el campo, la calle y la competición, con nombres tan reconocidos como Thruxton, TR6, Trophy y por supuesto la Triumph Bonneville, todas ellas nacidas en las carreras y con un palmarés envidiable. Para complementar su gama de modelos, en 1968 salió al mercado la Trident que equipaba un motor de tres cilindros (el primero producido de varios cilindros en el mundo) que era capaz de alcanzar los 201km/h.
La década de los setenta no fue buena para la casa de Meriden debido a conflictos internos entre los directivos y a varias decisiones administrativas erradas, la factoría británica empezó a ir en declive más allá de que se mantuviera la producción de casi todos sus modelos. En 1973 el Grupo BSA, que reunía a Triumph y BSA y que había sido formado en 1951, se declaró en quiebra y fue adquirido por el consorcio NVT (Norton – Villiers – Triumph) auspiciado por el gobierno inglés, sin embargo la decisión del comité, que cerró definitivamente a BSA, de trasladar la sede desde Meriden hacia Birmingham provocó una huelga que duró 2 años, la que finalmente selló el destino de la marca pues tras este largo período sin producir, había quedado con sus finanzas gravemente lastimadas. El declive continuó hasta que en 1983 el grupo se declaró en bancarrota, cesó la producción de la Bonneville, que a la fecha era la única moto en producción y clausuró sus puertas.
Sin embargo ese mismo año el industrial Jhon Bloor adquirió los derechos sobre el nombre y la fabricación y cedió una licencia especial a Lee Harris, un pequeño fabricante inglés para ensamblar algunas unidades de la Bonneville, que se produjeron hasta 1985, a partir de entonces y hasta 1990 Triumph desapareció por completo de la industria… pero en silencio, un nuevo proyecto tomaba forma.
La década de los noventa vio el resurgimiento de la ahora llamada Triumph Motorcycles que contaba con una moderna planta de fabricación en Hinckley, durante el Salón de Colonia de 1990 se develaron ante el público los seis modelos que marcaron el renacimiento de la marca: las Trident 750 y 900, las Trophy 900 y 1200 y las Daytona 750 y 1000. A partir de entonces la respuesta del público ha sido absolutamente favorable poniendo a Triumph Motorcycles junto a los grandes fabricantes japoneses y europeos, clara demostración de ello ha sido la ampliación de la gama hasta los 14 modelos que actualmente tienen en catálogo, incluida la Triumph Bonneville que te presentamos en esta prueba y que llegó al mercado en el 2000, luego del inusitado éxito obtenido con la Thunderbird, la primera de las Clásicas Modernas que irrumpió en el mercado moderno en 1995.
Bonneville, pasado y presente
En 1958 se lanzó el prototipo de la Bonneville, cuyo nombre fue inspirado por el récord de velocidad obtenido en la planicie salada de este mismo nombre en 1955. Inicialmente la moto tuvo una moderada acogida por su apariencia y el presidente de la compañía la sentenció diciendo al jefe de diseño que ese modelo habría de llevarlos directo a la quiebra, la historia demostraría cuán equivocado estaba pues éste fue el modelo más vendido de la casa durante los siguientes 25 años, alcanzando las 250.000 unidades en 1972.
La primera serie de Triumph Bonneville, denominada T120, equipaba un motor bicilíndrico de 650cc, un solo árbol de levas y dos carburadores Amal sin filtro de aire que en total entregaba 46hp capaces de llevar la moto hasta las 110 millas (177km/h), el chasis era de cuna sencilla y los frenos, fieles a la época eran dos grandes sistemas de campana. Para 1960, el segundo año de producción la moto incorporaba un nuevo chasis doble cuna, también se modificó la horquilla delantera, la farola y el asiento. A partir de entonces la Bonneville se convirtió en un éxito indiscutido de ventas, del modelo original surgieron varias versiones como la TR7/A Bonneville Road Sports (de calle) y la TR7/B Bonneville Scrambler (doble propósito) que luego pasó a ser la T120C que se ofreció entre 1961 y 1965. Durante estos años la Bonneville llegó a convertirse en una moto de culto gracias a su desempeño y a la propaganda de Steve McQueen que fue uno de sus grandes impulsores empleándola en algunas películas (la primera de ellas fue El Gran Escape en 1961) y en su vida diaria, junto a él Bob Dylan fue otro incondicional del modelo.
Entre tanto la fábrica continuó su actividad en las competencias (entre las que destaca la victoria obtenida en el TT de Man en 1969) y el desarrollo de nuevas evoluciones en las que se mejoraban sus componentes adaptándolas a las exigencias del mercado siendo la T120R (aparecida en 1971) una de las más importantes por sus mejoras estéticas y luego las llamadas T140 creadas en 1973, equipadas con motores de 724cc y luego las de 744cc salidas al mercado en 1974.
A partir de 1975 se descontinuaron las T120, para dedicarse completamente a la producción de las T140, de la que se produjeron algunas ediciones especiales para conmemorar entre otras cosas el 25 aniversario de la reina Isabel y la boda del príncipe Carlos y Lady Diana. Sin embargo estos fueron los años de crisis para la fábrica, echo que de alguna manera opacó el nombre de la Bonneville de la que cada vez se vendía menos unidades (gracias también a la introducción de las motos japonesas a Europa) hasta cesar su producción en 1985.
Pero para fortuna de muchos con la llegada del nuevo siglo, llegó también la nueva versión de la Bonneville en dos versiones: una con motor de 790cc (la protagonista de esta prueba) y otra llamada T100 de 865cc. Básicamente desde su lanzamiento en el 2000, la Bonnie no ha sufrido mayores cambios respecto al modelo 2006. Su propulsor es un bicilíndrico paralelo refrigerado por aire (igual que la original T120), pero con doble árbol de levas en la culata; la alimentación esta confiada a dos carburadores Mikuni de diafragma con sensores que determinan la apertura del acelerador y calentadores eléctricos, el arranque es eléctrico y la transmisión es ahora de cinco velocidades y el embrague es multidisco en baño de aceite; las suspensiones son hidráulicas y los frenos de disco completan el equipamiento de esta nueva versión de la legendaria Bonneville que de esta manera se pone a la altura de las exigencias de los conductores modernos.